viernes, 24 de octubre de 2008

No volveré a mirar la luz de tu ventana
ni a golpear la puerta de tu casa.
Todo será un recuerdo en el mañana
sintiendo el silencio de lo que no existe.

El pasto del prado ya ha crecido
convirtiéndose en un lecho amigo.
Ya no hay nubes
Ni tampoco luces.
Solo estrellas en la callada noche

Ya no están las tupidas madreselvas.
Ya no hay luna.

Hay vacío en las horas de la tarde.
¡Que nostalgia!!!

lunes, 13 de octubre de 2008

¿Qué fue de las mariposas? Se fueron.

Está todo obscuro y hace mucho frío.

Las flores lloran por unas gotas de rocío.

Los árboles se doblan con el viento del oeste.

El agua que salpica de la fuente

moja y hace suave el aire que respiro.

Y el dulce grillo que en las noches canta

hace sentir el gozo de un vivir sereno.

jueves, 22 de mayo de 2008

HOJAS

Con el viento de estos días se elevaron
las hojas y, como personas curiosas,
trataron de mirar el cielo por encima
de las nubes. Luego vino la calma y
se vinieron al suelo.
Pobrecitas las hojas Fallaron en su
intento.

domingo, 11 de mayo de 2008

Se alumbra el horizonte y veo el destello
de la vida. Todo me recuerda un desvarío.
Las hojas amarillas del otoño. Tus manos
que quedaron talladas en las mías. El débil
sol saliendo en la montaña. Los versos del
poeta muerto. El agua que riega los jardines.
La noche que esconde la existencia.
Cruzan las aves por el cielo y danzan las
nubes de colores en la altura. Y escucho
una sonata que alboroza mi alma.
Hay caminos para llegar al cielo. El cabello
largo de una nena rubia y el color obscuro
de una niña negra.
Es hermoso el sereno manto de agua en la
laguna y están bellas las flores de mi huerto.
En alta mar un velero navega llevando consigo
mis penas y alegrías. Y me siento en la playa
con todos mis amigos para ver al sol que
se esconde cansado de alumbrar el día.
De pronto se me viene tanto la luna que
despierto y dejo de vivir mi sueño...

jueves, 17 de abril de 2008

El Sábado pasado tuvimos una reunión con
las compañeras del colegio. Liceo número 1
de niñas "Javiera Carrera". Hacia como un año
que no nos juntábamos. Volvimos a recordar
los agradables tiempos que pasamos cuando
estudiábamos. Se hizo en Chicureo donde
una de ellas tiene una tremenda casa en una
parcela muy bien cuidada. Pero hay de todo,
algunas casi pobres y otras "medio pelo". Sin
embargo estas diferencias no se sienten en el
ambiente. Impera la madurez.
Era un curso de buenas alumnas en general,
pero muy desordenadas. No de mala conducta.
Nos reímos mucho acordándonos de la vez que
pusimos un despertador, calculando que sonara
justo, cuando alguién estuviera leyendo Ivanhoe,
en la parte que dice " ...the signal was given". Y así
fue. Nos castigaron, dejándonos una hora después
de clases en el colegio.
Estuvimos de acuerdo en que la vida se encarga
de cobrar estas cosas. Ocurre cuando del colegio
de los hijos llaman a los apoderados por desór-
denes de los niños.
Por otro lado, nos dió mucha tristeza la ausencia
de una compañera que falleció en Marzo de este
año. Contaron que el marido había partido en
Noviembre del año pasado y que ella ya no quería
vivir más. Increíble que en pleno siglo XXI alguién
muera de amor. Una de nosotras dijo que era de
pena. Creo que para el caso es lo mismo.
Mariela, llevó fotos de la época del colegio. Ufff !
De repente era terrible. Los cambios...
Bueno, fue una agradable velada. En la tarde de
nuestras vidas volvimos a reír como en plena
adolescencia.

sábado, 5 de abril de 2008

Llegó de noche al pueblo donde años atrás se habían
encontrado. Era tarde y hacía frío. Decidió entonces
ir en su búsqueda al día siguiente. ¿Cómo estará?...
Se desprendió de sus aperos, se tendió en la cama
y, como acariciando un pequeño tesoro, abrió
el cuaderno donde estaban los poemas que en las
tardes leían mirando las puestas de sol.
A ratos detenía la lectura y recordaba sus paseos por
inexpugnables bosques donde las ramas, como guardias
celosos de los secretos de la selva, dificultaban el acceso.
Arboles frondosos cuidaban de las sombras, pero intrépidos
rayos de sol les iluminaban el camino. Y las lianas.
Columpiarse como niños y volar como pájarillos que se
han arrancado del nido. De pronto, las espactaculares
rompientes bañadas por las olas cuyo rocío les llegaba
hasta su rostro dibujando en sus ojos lágrimas de
fascinación.
Y otra vez leía. "El vaso roto"; "Farewell"; "Reír
llorando" y más...
Era tarde, el ardiente calor de las brazas la envolvió
en dulce sopor y se quedó dormida.
Cuando despertó ya había aclarado, afuera había
niebla; de esa gris que, a veces, hiela el alma.
Se vistió, fue hasta la cocina y le pidió a la tierna
vieja, dueña de la posada, un café humeante y
tostadas con mantequilla.
¿Qué hace por estos lados? Preguntó la vieja.
Vengo a buscar un recuerdo. Sin entender, la
vieja le aconsejó que se abrigara, porque hacía
mucho frío y que quizás el sol alumbraría al
medio día.
Siguiendo el consejo, por el camino de tierra
solo sus ojos estaban descubiertos. Bototos,
gorro de lana, pantalones, chalecos, bufanda y
un poncho; casi le costaba caminar.
¿Cómo estará? Se preguntaba. Se veía poca gente.
La ansiedad la apresaba. Los recuerdos embriagaban
su mente. Así creyó verlo cuando un hombre venía
en sentido contrario. Se detuvo, como petrificada
lo miró fijo... él, extrañado, se dió cuenta de que
ella no era del lugar y le preguntó si buscaba algo.
Confundida, medio avergonzada, murmuró: es que
no me acuerdo dónde esta la copa de agua del pueblo.
Siguió su camino. Entró a la iglesia, fue a la plaza,
recorrió calles tantas veces transitadas en su compañía,
mirando negocitos de pueblo que mostraban curiosidades
de la zona. Llegó hasta los cerros que habían acariciado
en sus paseos.
En todo esto había pasado el día. Infructuoso. Se había
despejado, tal como fue el pronóstico de la dulce vieja.
Ahora estaba cansada, tenía hambre y sed. Entró a un
negocio, uno de esos donde venden de todo. Compró
algo para comer y un jugo para la sed. Resolvió ir a la
playa a refescarse. Allí se sentó en la arena, se sacó los
bototos, se dobló los pantalones, esperando que las olas
jugaran con sus pies.
En eso estaba cuando vió venir a un muchachito de
rizado, largo y desordenado cabello con el que habían
entonado canciones mientras él tocaba su guitarra.
Con la guitarra muda y en silerncio se sentó a su
lado. Por largo rato la miró fijamente y así le contó
todo.

lunes, 17 de marzo de 2008

Mucho tiempo ausente, pero si leyendo a mis
amigos. He vuelto con el alma prendida. He
reiniciado mi camino. El teatro, las letras, los
sueños... No fue en vano el silencio. Aprendí
muchas cosas por los otros senderos. Me topé
con personas con el alma vacía que hacen de
la nada su destino.
Ahora quisiera escribir el poema que vivo,
pero me resulta ambiguo expresar lo que
siento. Pero volveré a tratar. Esto, porque
recuerdo al filósofo Hopenhayn que dice:
"Escribir es un fracaso casi seguro. Dejar de
escribir es un fracaso seguro".

domingo, 10 de febrero de 2008

Quisiera tener una muñeca que hablara, oyera
y diera pasitos y juntarla, Alejandra, con tus
amigos y monitos. Me gustaría que corriéramos
con ella por las campos de trigo ya segados
hasta llegar a la playa en una noche estrellada
o de luna llena y jugar al pillarse con las olas.
Y subirnos a un navío para ver, mar adentro,
reflejarse en tus ojitos negros como la uva
la inmensidad del cielo.

viernes, 11 de enero de 2008

Son las 3 de la mañana y no puedo dormir
con el calor. Resolví entonces, levantarme y
venir a verlos, amigos de la blogósfera.
¡Que simpático este mundo! Llego donde
ustedes y nadie se enoja, porque vengo
a esta hora.
Me fuí a la cocina y no encontré nada bueno
para ofrecerles, pero, si no les importa, les
convido del "agua sour" que estoy tomando
para aplacar la sed. También tengo unos
duraznos muy fresquitos, dulces y jugosos,
pueden servir para los que rechacen mi
traguito.
Uy! De repente me acordé que tengo que
levantarme temprano. Me voy a tratar de
dormir. Si no lo logro, capaz que vuelva
para acá.
P.D. Son las 3 de la mañana del 12 de
Enero. Aclaro ésto, porque , a veces,
en mis entradas aparecen las horas
que se le plantan no sé a quién.

domingo, 6 de enero de 2008

Me gustaría tener una muñeca que hablara,
oyera y diera pasitos y juntarla, Alejandra,
con tus amigos y monitos. Quisiera que
corriéramos con ella por los campos de trigo
ya segados hasta llegar a la playa en una
noche estrellada o de luna llena, y jugar al
pillarse con las olas. Y subir a un navío para
ver, mar adentro, reflejarse en tus ojitos negros
como la uva la inmensidad del cielo.