miércoles, 28 de enero de 2009

ALGUIEN TIENE LA RAZON.

Estuve en una reunión de trasnoche con un grupo de amigas y
amigos, muy simpática. Aparte de "arreglar el mundo" nos centramos
en un tema que causó mucho interés. Yo conté que desde hacía unos
dos años había llegado a la conclusión de que uno amaba con la cabeza
y no con el corazón. Agregué que, con mucha sorpresa, había
encontrado en internet, hace como dos meses, un artículo de un
psicólogo que sostenía lo mismo. Claro que con toda una explicación
científica y bastante más completa que mi idea.
Como es de imaginar se produjo un revuelo. Fuí bastante vapuleada.
Sin embargo algunos estuvieron de acuerdo.
No puedo repetir toda la argumentación del psicólogo, pero en
síntesis muy apretada, sostenía que los enamoramientos no duraban
más de cuatro años, porque en el cerebro se producía una especie de
toxina que destruía el amor.
Lo dicho no se contrapone con el hecho de que mi corazón se ha
estremecido frente al ser amado; ante una puesta de sol; ante una
noche de luna; al leer algún poema, y que sé yo.