domingo, 10 de febrero de 2008

Quisiera tener una muñeca que hablara, oyera
y diera pasitos y juntarla, Alejandra, con tus
amigos y monitos. Me gustaría que corriéramos
con ella por las campos de trigo ya segados
hasta llegar a la playa en una noche estrellada
o de luna llena y jugar al pillarse con las olas.
Y subirnos a un navío para ver, mar adentro,
reflejarse en tus ojitos negros como la uva
la inmensidad del cielo.